tropecé con mil piedras,
derramé lluvia de sal.
¡Aprendí a cubrirme de noche
dónde el dolor albergar!
Aprendí que las alas abiertas
no te enseñan a volar,
que algunas heridas nunca
¡nunca dejan de sangrar!
Aprendí que el tiempo es solo tiempo
¡ni te quita, ni te da!
Todo se halla en el camino
en el sudor de tus manos,
en los pasos que elegimos
cuando empezamos a andar.
A mi manera aprendí,
que no hay verdades completas.
Que yo, soy yo y mis consecuencias,
que hay un algo relativo
que ha de servir para mí.
A mi manera aprendí
que a veces los sueños matan
pero a la vez te levantan
¡y te permiten vivir!
Aprendí que no hay un todo o un nada,
¡un nunca, un siempre, un jamás!
Que los extremos fracturan los puentes
en las sendas te oscurecen
y te ciegan al mirar.
A mi manera, camino,
a veces en soledad,
porque me siento una extraña,
una extranjera en la tierra,
¡en esta triste sociedad!
A mi manera sonrío,
con esas cosas sencillas,
que a veces logro alcanzar.
A mi manera me entrego,
con la ternura en el pecho
¡y mil caricias por dar!
A mi manera te amo,
porque en mi alma te quedas
¡volando aires de libertad!