Hoy os quiero contar una historia. Una bella historia que no es de un amor tradicional, de los de antes, supuestamente “verdaderos y eternos”. No. Este no es un amor de pegamentos en un documento firmado, ni de anillos, es simplemente una historia de AMOR, mayúsculo, desgarrado, entregado, consentido, recibido, olvidado, recordado… siempre recordado. Perpetuidad de amor tatuado de olvidos.
Esta historia comienza en un pequeño pueblo, recogido entre montañas, con aromas de pinos y humedades frías en los tejados. El entorno era impresionante. La ubicación. El paisaje. Las calles y los edificios mostraban aún la esencia de un tiempo pasado. Mi presencia allí era casual. A última hora me habían asignado hacer un reportaje rutinario sobre el lugar, sus gentes, sus costumbres, su vida cotidiana. Allí vivía una extraña mujer cuyo nombre nadie supo decirme. Me llamó la atención su rostro, sus ojos, esos ojos…nunca olvidaré la expresión de su mirada. No tendría más de cuarenta o cuarenta y cinco años. Tenía una belleza calmada, sencilla, atípica, pero su mirada… esa mirada me conmocionó, me cautivó.
Cuando la vi estaba sentada en un banco cercano a un mirador. Desde allí se podía conquistar con la vista hasta las cimas más altas de las montañas. Me acerqué despacio, no quería asustarla.
- ¿Puedo hacerle unas preguntas?
Ella alzó la mirada. En sus ojos había una nube de lágrimas, una tristeza del color del mar, de la inmensidad del océano. Con mucha suavidad me dijo:
- Pregunte.
Yo, me quedé en silencio por unos instantes. De pronto ya no me importaba aquel lugar, ni sus gentes, ni mi reportaje. Solo quería saber por qué. ¿Por qué una mujer puede reflejar tal tristeza en unos ojos tan bellos pero al mismo tiempo expresar una ternura infinita en su mirada?. ¿Por qué? Esa era la única pregunta que quería hacerle.
- ¿Se encuentra bien? Es decir…. Yo…. No he podido evitar ver sus lágrimas y me preguntaba si se encuentra usted bien.
Ella me sonrió con dulzura. Apartó un instante la vista y como en un susurro, como si hablara consigo misma, muy quedamente me dijo:
- Si, querida. Estoy bien. (Volvió a callar durante unos minutos y después mirándome de nuevo fijamente a los ojos me dijo:) ¿Sabe usted lo que es el amor?
Yo permanecí en silencio. No era una pregunta. Era el inicio de una historia, de su historia. Con la misma suavidad, casi en un susurro comenzó a hablar:
- Digamos que él llegó hasta mí como un mensaje en una botella. Era una carta preciosa, llena de matices, que le daban un tono ocre-rojizo al paisaje que mostraba. Yo contesté aquella carta. Y empezó un intercambio de palabras, de cartas, provistas de prudentes credenciales al principio y que con el paso de los días, de los meses, se tornaban en verdaderas cartas sumergidas en torrentes de pasión, de vida, de momentos cautivos donde poder volar en libertad.
Las palabras escritas, las suyas, las mías. Rasgaban el aire, acariciaban soledades, invadían rincones perdidos en el tiempo, penetraban en los poros de la piel más recónditos, hasta provocar el primigenio y primitivo ardor del ser.
Y le amé… más allá de la lógica de los sentidos, más allá del amor corpóreo, más allá de la inmensidad de los océanos, más allá de la luz que despoja de razón las madrugadas, más allá de mí, de él. Le amé.
De pronto, ella dejó de hablar. Yo contuve la respiración. Ahora en sus ojos había fuego, sus pupilas se habían dilatado y su mirada era una cascada de emociones. Intensa, penetrante, perturbadora.
- Y…. ¿qué ocurrió? (Le pregunté yo con inquietante curiosidad)
- Enloquecí… Le amé… tatué en mis entrañas su nombre y enloquecí. Ahora soy una loca condenada a la perpetuidad del olvido. Encadenada a la cordura de mi realidad. Pero sabe una cosa….a pesar de mi locura y su cordura o viceversa… a pesar de los estragos del tiempo desmedido…..a pesar de lo efímero de la vida en un silencio perpetuo… nadie podrá jamás arrebatarme la belleza de este amor.
De nuevo me sonrió con ternura, se levantó y se marchó.
Yo hice un reportaje mediocre y me marché de aquel lugar. Con el tiempo olvidé el reportaje, el nombre del pueblo, pero jamás pude olvidar el amor, la ternura y la tristeza que esa mujer llevaba tatuada en su mirada, en su cuerpo, en su alma.
Fin J
Precioso relato amiga...de verdad me dejaste emocionada ante la belleza de esta historia y ante tanta tristeza contenida en ella...
ResponderEliminarBesos,Vega Pasión.
A veces...ocurren amores que entran en el alma y es imposible olvidarlos, viven día a día en ti y aaunque el mundo te vea "loca" eso que demonios importa si dentro de ti arde ese fuego perpetuo que llamamos AMOR.
ResponderEliminarDentro de su "locura" ella vive ese ardor a que le llevan sus recuerdos.Decia nuestro premio nobel Vicente Aleixandre que...recordar es vivir. Yo asi lo creo cuando la vida no te ha dejado en tu mochila mas que recuerdos.
Mi mejor sonrisa para ti
Vega, gracias por emocionarte con mis letras. Te dejo un abrazo enorme. Qué tengas un lindo martes
ResponderEliminarEl mar..siempre el mar, tienes un nick precioso!!
ResponderEliminarEs cierto, "recordar es vivir" pero primero hay que atreverse a vivir para llenar esa mochila de futuros recuerdos..
Gracias por acompañarme en estas letras.Un fuerte abrazo.
good article....keep it up...
ResponderEliminarY si, a veces hay tanta tristeza en una mirada, y tanto amor callado, dentro del olvido que nunca fué...
ResponderEliminarRelato que me oprime el pecho por su belleza, porque es hermoso, saber amar.
Madrileña, amiga de mi alma, te abrazo.