Tú vendrás, a caminar conmigo,
la estela nocturna de un abrazo.
Aquella que te eleve hasta el delirio
para que puedas después, mecerte en mi regazo.
¿Necesitas qué te diga lo que siento?
¿Necesitas que pronuncie en alta voz,
la belleza que se escribe en mis silencios
cuando llegas a mirarme y se expande el corazón?
No.
Hay sonidos que solo los oye el viento.
Palabras, que solo el mar sabe escuchar.
Hay miradas que se pintan en el cielo
como esas nubes que abrazan, cuando te sienten llorar.
Tú vendrás a caminar conmigo,
a libar la última flor sobre mi pelo.
A morder amaneceres sin destino
mientras llora en nuestras manos el deseo.
Llegarás con la mirada del Olimpo
y hablaremos el lenguaje de los cuerpos,
sin más verbo que tu piel sobre mi ombligo
ni más letra que tu vientre entre mis besos.
Tu vendrás y surcarás caminos
como el agua se abre paso en las veredas
y será tu desnudez y mi delirio,
un hermoso pincel, salpicando de vida la acuarela.
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