El efecto dominó, ha fusilado los restos de mi memoria y sus quimeras y ha transformado en piedras las huellas dactilares de las algas.
Sin brújula, rumbo a la deriva del olvido, se desmigajan entre las manos del viento, las alas de espumas blancas donde solíamos volar.
Ahora, anclada en lo profundo de una sima oceánica, puedo sentir como el óxido va recubriendo, rápidamente, la piel abierta de mi corazón.
Ya no me quedan palabras para resumir la hondura que provocan los silencios. Ya no me quedan lágrimas para limpiarme de este amor, unilateral y hermoso, que me quema por dentro.
Muy sentido, Ángela.
ResponderEliminarUn abrazo.
HD
Gracias Humberto!! Un abrazo de vuelta :)
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