Se humedece la vista
en la arena dorada,
cuando escribo tu nombre
entre lágrimas blancas.
El ocaso desciende
sobre la montaña
y mi alma se envuelve
de tristeza amarga.
Tu ausencia me quiebra,
doblega la entraña,
no estás, y la niebla
se hace espesa y vasta.
Si todo termina
¡si todo se acaba!
¿por qué tu mirada
sigue anclada en mi espalda?
¿Por qué aún presiento
tu desnudez callada,
invadiendo mi cuerpo
hasta llegar el alba?
¿Por qué aún te escucho
pronunciar mi nombre,
como en un susurro
que agrieta y encoge?
¿Dónde empieza el olvido?
¿Dónde hallo la calma?
¿Cómo construyo un camino
para arrancarte del alma?
Todas tus poesias rozan adentro, en lo profundo del ser propio, donde uno guarda los sentimientos mas queridos, aunque sean tristes. Tu poesia es un recorrido silencioso de ese vacio imponente que deja la ausencia.
ResponderEliminarSiempre encantada de leerte.
Abrazos.