Mírame amor, mírame.
Mira cómo duelen las mañanas
en tu ausencia.
Mira como lloran los sauces
abrazados a la tierra
y como se marchita el alba
entre mil hojas resecas.
Mírame, amor, mírame.
Dejaste tras tus pasos
una leve primavera
que fue muriendo en las sombras
de una soledad inmensa,
que se adentra…
se adentra en un profundo mar
de líquidas tristezas
y se queda…
como se queda en el alma
la impronta de tu huella,
tu sonrisa callada, tu mirada traviesa,
tus ojos verdes de olivo
con su vasta corteza
y se queda… y te quedas
ronroneando en el silencio
que se adentra…
que aún me acecha,
alzando las costras de la piel,
esta piel que te espera…
aún te espera.
Mírame amor ¡mírame!
Mira como abrazo los vacíos,
para hacerlos míos,
para sentirlos míos,
como mío fue ese corazón
que albergaba tus latidos.
Mírame amor ¡mírame!
¡si aún pudieses mirarme como yo te miro!
con la piel vestida de amor
y un jardín de ternura
en el alma escondido…
¡Ay amor!
No imaginas como duelen tus ojos,
esos ojos tuyos que se cubren de olvido
y se quedan clavados… calladamente
¡mientras me inunda el abismo!
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