A veces, se muere la noche
abrazada al desencanto,
con una triste sonrisa
y una lágrima en los labios.
Nada puede consolar su pena
¡nada puede consolar su llanto!
y tras las sombras la acechan
aquellos tiempos de antaño.
Recuerda la melodía
de los violines al viento,
la suavidad de la brisa
envolviendo cada beso.
Recuerda la luna clara
recostada sobre el cielo,
vestida de seda blanca
surcando la piel de tu lecho.
Recuerda, siempre recuerda,
la noche, tus ojos bellos
y se tiñe de tristeza
hasta el azul de los océanos.
No sabe olvidar la noche
la caricia de tus dedos,
el aroma de tu carne,
el fuego ardiendo en tu cuerpo.
No sabe olvidar tu boca,
susurrando ese ¡te quiero!
no sabe olvidar tu rostro
sonriendo en el espejo.
Por eso, a veces la noche
se va muriendo en silencio
hasta ver llegar el alba
con la soledad en el pecho,
y recuerda, siempre recuerda,
la noche…
qué yo aún te estoy queriendo.
La noche se alimenta de tu bellísima poesía, eres alma y vida, madrileña.
ResponderEliminarUn achuchón de esos, de siempre.
Precioso poema y blog... como tú.
ResponderEliminarBesitos querida amiga.
¿Estás bien?
Ay... cuántas veces el alma se queda pegada a los recuerdos, y es tan entendible que lo haga...si cuando son dulzuras de amor las que recuerda podríamos pasar la vida entera en esa calidez necesaria.
ResponderEliminarABRAZOS MILES,amiga.
Si las noches puedieran hablar y recitar tantos momentos mágicos que contemplado, sin duda lo haría en tan hermosos bellos como estos tuyos.
ResponderEliminarBesos
Es difícil que la noche olvide, querida Angela, precisamente es cuando nuestra memoria le inserta nuestros recuerdos, las vivencias del día a día y se queda una huella imborrable entre el oscuro silencio y la lágrima precisa que recorre la distancia entre el dolor y la sonrisa.
ResponderEliminarTienes un fuerza increíble en tus letras y siempre consigues transmitirla.
Te dejo un abrazo grandote amiga, deseandote un feliz finde.
Te quiero Angelilla, jeje.