Todo lo que no encuentro,
pesa en el aire,
tu piel, tus ojos, tu pelo,
esa boca de nadie.
Esas manos sin dedos,
sin estandartes,
un pedacito de cielo
donde empaparme.
Pesan los días dormidos,
la muerte errante.
Las lágrimas llenas de niños
durmiendo en el parque.
Pesan los cuerpos vacíos
mordiendo las calles.
Pesa el desahucio del alma,
al caer la tarde.
Pesa la vida sin vida
y respirar sin aire.
Pesa…
pesa la voz oprimida
tras la barbarie.
Pesa el silencio escondido
y ese miedo insaciable.
Pesan los años heridos
con la niebla en el camino
y un desgarrado latido
llorando sobre la carne.
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Gracias por llegar hasta aquí y dejarme un pedacito de ti.