Cada noche, mientras tirita el frío en el cristal de la ventana, tu nombre viene a buscarme, merodea en mis labios como un dulce murmullo y yo solo tengo que cerrar los ojos, para sentirte cerca, para escuchar el sonido de tu pecho mientras respiras y sentir como alcanzas a abrazarme… mientras me miras.
No es suficiente. Lo sabes, lo sé. No me basta con pensarte. No me basta. Y quisiera recorrer todas tus almas. Extender las manos y rozar tu cara, tus mejillas, dibujar en tu rostro una leve caricia y sonreír contigo en todas tus sonrisas. Quisiera tatuarte en mi memoria cansada y conocer cada historia, conocer cada herida, cada lágrima que ha sabido del color de tus pupilas. Conocer cada pedazo de ti… mientras me miras.
No es suficiente con saberte al otro lado de la noche con una vela encendida en mitad de la nada. No es suficiente. Tú lo sabes. Yo lo sé. Pero sigo caminando entre las piedras dormidas, entre los bancos del parque con sus farolas erguidas. Con esos pequeños árboles que alzan sus ramas al viento para poder sentir la brisa.
Y mientras, yo sigo haciendo camino, sin apenas darme cuenta de que el tiempo se me escapa en un reloj que tiene prisa… y no es suficiente pensarte…pensar que eres parte de mi vida. Imaginar que me desnudas cuando se despierta el día y navegas por mi espalda con tu boca enardecida y lentamente me envuelves con ese mar de caricias, cuerpo a cuerpo, piel con piel ¡mientras tus ojos me miran!
Mientras me miras…mi mundo se va transformando al borde de tus pupilas y voy recogiendo amapolas en este desierto de risas y voy sembrando mil lunas en todas nuestras esquinas y voy bebiendo la lluvia… esta lluvia que me empapa en mis noches, en mis días. Que me está empapando el alma, que me empapa hasta la vida al recordar… que no es suficiente saberte caminando entre la niebla de mis días. Quiero sentirte en mi piel, sentirte dentro de mí ¡mientras me miras!
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