Aún sangraba enero sus últimos hielos,
como un tétrico anuncio del acto final.
Después de mil ausencias, de mentiras y velos,
aquella noche negra, llegaste sin llegar.
Los pétalos marchitos de tu mirada extinta,
extraviada y rota, sin alas al volar,
rompieron en un grito, un maldito alarido,
que desgarró de un tajo el cordón umbilical.
El después silencioso de un estómago negro,
no evacuó la tristeza que quedaba detrás.
No borró la pobreza, ni el estigma del pecho
cuando una alma se quiebra en esa soledad.
Me sentí tan pequeña ante el dolor grotesco
de buscarte en la muerte sin poderte encontrar,
aquella noche de enero, cuando el frío aún sangraba
en la hiel de mis ojos… lágrimas de metal.
Y aún me llora la vida cuando me encuentra a solas,
recordando a esa niña que solía jugar.
Aún me llora la herida cuando se callan las horas
y los silencios me gritan, queriéndome atrapar.
Bellas letras para expresar una inmensa tristeza por una dolorosa despedida ...
ResponderEliminarUn enorme abrazo