De mi ignota ternura.
De mis lágrimas redondas,
sin fisuras absurdas.
Cuídate de mí.
De mi indomable dulzura,
que decora de labios la boca
y moldea de luz cada bruma.
No es débil mi boca si te nombra
con arrebatada voz y sin cordura.
No es frágil mi boca si te adula,
no, amor… amor, no te confundas.
No es débil mi alma si te llora,
con inusitada suavidad en su armadura.
No es frágil mi carne, si te busca,
para fundirse con tu carne en toda hora.
No te equivoques, amor. No.
No te confundas.
No pienses que mi cuerpo es una duna
disgregándose en tus manos, ataviadas de lujuria.
No te equivoques, amor. No.
¡No te confundas!
No creas ni un instante que soy tuya
porque has visto entre mis labios una chispa de locura.
Soy así cuando amo.
Una loca íntegra y extensa
con el alma abierta en el costado.
Soy así cuando amo
Una loca ávida y profunda,
con el mar desnudo entre sus labios.
Llevo la pasión clavada entre mis brazos
con mareas azules recorriéndome las venas
Llevo, todo aquello que fue dado,
entre pasos solitarios enraizados en la tierra.
No te equivoques, amor. No.
No te confundas.
Soy así, amor, cuando te amo,
No te equivoques, amor.
No te confundas.
No quieras ver mi amor encarcelado.
O ese caudal de vida y de ternura
quedará marchito entre mis labios
y mi voz se tornará ronca y oscura
y buscará la libertad que ya una vez
fue tatuada con sangre entre sus manos.
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