Tengo hambre de saber y de saberte,
de mirarte, de aprenderte y ser en ti.
Tengo hambre de los aires que te envuelven,
del susurro de tu boca cuando empieza a sonreír.
Te quedaste, amarrado entre mis alas,
en la impronta de mi cuerpo de marfil,
en la líquida ternura que rebosa en la mirada
cuando tiemblo por estar cerca de ti.
Tengo hambre de la línea de tu espalda,
de la ilícita caricia aún por venir.
Solo hambre, de morderte entre mis sábanas
y en el arco de tu ombligo, sucumbir.
Te enredaste entre las curvas de mi carne,
me tomaste y en tu cuerpo ¡me rompí!
y el gemido se hizo dueño de la tarde,
de la piel y de la sangre ¡solo por sentirte en mi!
Tengo hambre ¡hambre de ti!
Querida Angela, parece que anoche te saltaste la cena, jeje.
ResponderEliminarMuy apasionados éstos versos, hasta a mi me dio apetito jajaja, pero mi comida anda fuera, así que mejor espero, para cuando llegue...hincarle el diente.
Fuera de bromas, está genial éste poema, me gustó tu forma de hilarlo y además muy original.
Espero que que no estés a dieta... mejor comer de todo.
Un abrazo enorme.
¡¡ay Mari Carmen!! me hiciste soltar una carcajada con tu comentario!! Creo que no he estado a dieta de nada en mi vida!! jajajajaja Gracias vecina, por pintarme una sonrisa mañanera. Un besazo
ResponderEliminarme sumo al humor de maricarmen!,lo bueno de esta comida es que no engorda, al contrario :D
ResponderEliminarMe encantó tu poema, adoro las poesias femeninas, sensuales, de entrega y adoracion por esos hombres que nos dan tanto hambre je..
Abrazos!
Hola Ángela. La pasión está desbordada en este poema. Me encantan los poemas así, como este tuyo en donde los sentimientos están a flor de piel.
ResponderEliminarRegresaré por aquí.
Besinos.
Quién puede ponerse a dieta con semejante manjar, no hombreeeeeee, de dieta nada, que siga el hambre.
ResponderEliminarBesitos muchos