Lloraban de silencio las palabras
marchitas como pétalos de sal,
lloraban entre lágrimas calladas
masticando su tristeza en soledad.
Se nos hizo ayer la madrugada,
las ganas de ser uno al despertar.
Se nos hizo ayer cada mirada
que abrochaba un sueño en el ojal…
Se nos hizo invierno en el costado
donde el verbo nace para amar.
Se nos hizo invierno entre las manos,
cobijando sombras, pariendo oscuridad.
Se nos hizo noche en cada paso
y en la espesura del alma, dejamos de andar.
Ese frío en el pecho y el latido acerado
se nos hizo herida ¡una herida mortal!
Se nos hizo ayer el amor entregado
y los relojes de arena sepultaron el mar.
Se nos hizo recuerdo la ternura en los labios,
esos labios que un día… ¡te quisieron amar!
Se nos murió de ayeres la mañana
donde el último aliento aprendió a naufragar.
Se nos murió de ayeres la esperanza
prisionera de un tiempo que ya nunca volverá…
bello poema.
ResponderEliminarun beso
Precioso poema Angela, no se como lo haces, pero imagino que sintiendo mucho en tu pecho, albergando tanto sentimiento,... para poder derrochar versos tan llenos de amor.
ResponderEliminarLa esperanza sabe cuando resucitar y acabará por contagiar a tus letras.
Un abrazo infinito, querida amiga, que tengas un lindo fin de semana.
Creo que la cuarta estrofa es magnífica Ángela.
ResponderEliminarAbrazo
Buenas noches Angela. Hoy me he dedicado a leer a los compañeros de letras. Ha sido un gusto, hermoso poema.
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