Un cielo blanco y rojizo,
miraba callado tus manos de otoño
y los árboles mecían los nidos,
sobre las veredas de un camino ronco.
Recuerdo el temblor de las hojas
inertes y yermas, jugando en tu rostro.
Recuerdo que allí fuiste mío,
tendido en la hierba, con fuego en los ojos.
Las piedras cubiertas de hiedra
mordían mi carne fundida en tu torso
y el viento, describía en mis venas
la sangre desnuda, la piel y el asombro.
La tarde, se nos hizo cómplice,
se nos hizo boca sobre los madroños,
la vida se nos hizo carne
se nos hizo labio, pasión y sonrojo.
Recuerdo que gemí tu nombre
y dibujé con besos la piel de tu hombro.
Recuerdo que mi vientre herido
se acunó en tu cuerpo ¡tu cuerpo de otoño!
Recuerdo que robé el aroma
y me guardé la esencia de tu hermoso rostro
y ahora… ahora respiro… respiro las horas,
cuando tu me habitas y somos tan solo ¡dos locos!
So gorgeous, it reminds me of my David... of how we were and how could be again:)
ResponderEliminarEs hermoso.
ResponderEliminarBuena semana Ángela.
Besos