Te escribo desde un campo
con su tierra ya baldía,
sembrada con el llanto
de políticas sombrías.
Un campo yermo y sordo
de escuchar esas jaurías
de lobos con chaquetas
vistiendo ideologías.
Te escribo desde el llanto
de las fábricas vacías.
De los parques sin niños,
de aceras sin tranvías.
De ayeres demacrados
de mañanas sin sonrisa
De noches deambulando
con miseria en la mochila.
Nos quitan el trabajo,
el techo que cobija.
Los colegios amputados
recortan hasta las tizas,
los enfermos andan tirados
por detrás de la codicia.
Los ancianos asustados,
nos miran con apatía
“¿por qué no estáis luchando?”
“¿por qué calláis?” nos gritan…
“¿por qué habéis permitido
que la historia se repita?”
No hay pan en nuestras manos
¡no hay vida en nuestras vidas!
Nos están masacrando
¡a plena luz del día!
Somos como un rebaño
de ovejitas perdidas,
ocultos tras el miedo
¡y nos desangran en vida!
Te escribo desde el exilio
que la pobreza me ha impuesto
sin un duro en el bolsillo,
sin trabajo, ni alimento.
No tengo papel, ni tinta,
para escribir mis derechos
por eso los voy pintando
¡con la sangre de mi pecho!
Ya no tengo más salida,
ya no tengo más sustento
que esta palabra que grita
¡basta ya! ¡devuélvannos lo que es nuestro!
Un grito claro y contundente.
ResponderEliminarPero este pueblo hace tiempo que bajo la cabeza
y costará que vuelva a alzarla.
Saludos desde El Bierzo.