Cuántas noches mías
fueron robadas por la tristeza.
Cuánta lágrima herida,
se ha derramado sobre mis venas.
Llantos de luna y vida,
de vida y muerte, de muerte seca.
Llantos de oscura umbría,
donde se mecen todas las penas.
La bruma bebe el olvido
que hay en mi boca de algas dormidas
y el cielo se ha desteñido
sobre las horas de viejas iras.
Cuántas pieles sin nido
sobre el invierno que las marchita.
Cuántas piedras sin río
sobre la senda de mis orillas.
No me dolió la daga
de ver en tus ojos tamaña mentira.
No me dolió tu espalda
llena de rabia, de voz y espina.
Me quebró mi mirada,
breve y escueta, pequeña y vencida.
Me quebró mi palabra,
desmenuzado reflejo que aún hoy, me habita.
Ser niebla entre la niebla,
rota y herida ¡rota y herida!
Ser naufragio en la tierra,
y quedarme hundida ¡quedarme hundida!
Cuántas manos de arena
ahogando el aire que me respira.
Cuántas lágrimas viejas
cerrando el paso a la luz del día…
No me dolió perderte
año tras año, vida tras vida.
Me dolió perderme
sentir como he muerto ¡dentro de mi misma!
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