A veces murmuro en mitad de la noche
y busco en el aire tu aroma a jazmín.
Te nombro en la sombra, sobre los acordes
de esa melodía que acuna un violín.
Te busco en las albas desnudas de cielo,
en cada mirada, en todo confín.
En ese rocío que lloran los pétalos
cuando te recuerdan y no estás aquí.
El café me sabe, a ti, en la mañana
y te siento en el aire, muy cerca de mí.
Habitas mi almohada, mis sábanas blancas,
mi piel sonrojada ¡me habitas a mí!
Te encuentro vagando bajo las farolas,
subido al tejado de esa luna de Abril.
Nadando en los charcos de mi piel redonda,
cerca de esa boca que era para ti.
Tu sonrisa llena todos mis rincones,
se cuela en mi mesa y se queda allí,
mirando burlona los dulces botones
que cubren mis ganas de estar junto a ti.
Te dibujo quieto, mirando las olas
desde esos balcones de un mar carmesí,
donde se desnuda una bella amapola
que arropa la tarde en que te vi partir.
Las paredes llevan colgadas tu aroma,
todo lo que miro, me recuerda a ti,
estas impregnado en cada memoria,
en cada silencio ¡que aún me hace latir!
Y me abrazo al viento de proa y de popa,
quiero navegarte ¡poderte sentir!
Quiero que regreses a besar mi boca
a incendiar mi vida ¡a quedarte en mí!
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