No me acostumbro
a mirarte en silencio,
a ser parte del humo
que atraviesa tus dedos,
a no hacerte ya cómplice
a cada momento,
de estos arrebatos,
de estos sentimientos,
que muerden mi espalda
y recorren mi cuello,
dan vuelo a mis alas
y me elevan del suelo
y es que
¡no me acostumbro!
a no hallarte en mi cielo,
a pintarte de sombras
sin ningún destello,
a morder las palabras
para ser silencio,
a cerrar los ojos,
a fruncir el ceño,
a arrojarte al exilio
del latir de mi pecho
y borrar de tu rostro
aquel hermoso hoyuelo,
y es que…
no
¡no me acostumbro!
a no sentirte cerca,
a no sentirte dentro,
a no pensarte mío
en el batir del viento,
a no buscar tu mano
a no encontrar tu beso,
a no hallar en tus labios
el temblor del deseo
¡no me acostumbro! ¡no!
a vivir respirando
¡en un corazón muerto!
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