Mirarte, es contemplar el mundo
a través de una caricia.
Es sublimar la noche
en el silencio de la brisa.
Es recorrer el cielo
en una alfombra descosida.
Es alzar las manos, tocar las nubes
y poder sentir en mi pecho la vida.
Mirarte, solo mirarte,
es hallar sentido a la desdicha,
es recorrer la senda
aún con la niebla en las costillas,
es llover sobre tus ojos
y querer beber tu risa.
Es rozar tu pelo, oler el viento
y sentir como la tierra me cobija.
Mirarte es pasear por la ternura.
Es hacer un mar de otoño en la pupila.
Es bailar sobre la espalda de la luna
y besar la luz que habita en su cornisa.
Mirarte es descubrir flores calladas
que pintan de colores las cortinas
y arropan con sus pétalos el alba
mientras nace en la ventana un nuevo día.
Mirarte es aprenderte y aprenderme,
porque estás dentro de mí, día tras día,
mientras sueñan con tu boca las paredes
y se posan en mi piel las golondrinas.
Mirarte es sostenerte y sostenerme
sobre un lecho de mareas cristalinas
cuando un nido de quimeras se detiene
a volar sobre mis noches encendidas.
Es querer robarle el tiempo a las esperas
deshojando de tu boca cada beso,
enredándome en la piel, que en ti despierta,
¡para ser la melodía del deseo!
Mirarte es enredarme entre tus labios,
¡es querer sentirme hembra ante tu cuerpo!
es sentir que fluyes en mis brazos
para fundirte en mí ¡de piel para dentro!
Esas personas, que solo con mirarlas transmiten tanto, son las que más merecen la pena; aunque es a veces la mirada de amor, la generosa, la que a su ves las hace tan valiosas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Precioso!!
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