A veces,
te me clavas en el pecho
con tu voz hecha silencio,
me acaricias ¡piel adentro!
y me sabes como un beso,
dulcemente dulce y tierno
y tus labios se hacen eco,
se abren paso en mis senderos,
se hacen piel sobre mi cuerpo,
¡incendiando mi deseo!
y te siento…
¡y te siento!
y caminas por mis horas,
¡arrebatas mis momentos!
y se encienden las farolas
de la almohada en que te sueño
y desnudas mi memoria
¡de mi tiempo te haces dueño!
y te siento…
¡te siento!
Si mi piel supiese hablar
¡nombraría hasta tu aliento!
susurraría en tu boca,
como se susurra al viento
y sabrías que te nombra,
te nombro
¡por qué en mí te estoy
sintiendo!
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