Me saben a ti las palabras.
Las que digo.
Las que callo.
Las que cuento.
Las que amarro.
Las que oculto.
Las que abarco.
Las que grito en el silencio
y se tatúan en los labios.
Me saben a ti los desgarros
de los besos no besados
de las bocas, de las manos
que se yerguen desahuciados
y se clavan en un llanto
ya llorado ¡ya llorado!
Primaveras que no llegan,
que se enferman en la espera.
Florecillas regazadas
en el charco de una vela
y un invierno mal hallado
que no cesa ¡que no cesa!
Me saben a ti los pedazos
de mis días inconclusos,
de mis tardes sin ocaso,
de esos horizontes burdos
sobre el cristal dibujados.
A ti me saben las noches.
A tu cuerpo “bienamado”
a tus ojos de colores
con ese crespón incendiado.
¡La vida me sabe a ti!
¡Déjame saborearlo!
Las palabras pueden doler o acariciar, pero sin ellas nuestro camino sería como un jardín vestido de gris.
ResponderEliminarUn precioso poema de amor, Ángela.
Un abrazo
FINA
Es cierto Fina, las palabras tienen la capacidad de movilizar todos nuestros sentidos... Gracias por estar aqui. Un abrazo :)
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