Yo esperaba tus ojos de otoños en el viento,
de atardeceres dulces, de dulces parpadeos.
Esperaba tu risa al final del invierno
abrazada a mi risa en algún lugar del techo.
Esperaba mirarme y mirarte en el espejo,
ese espejo cansado, canoso y ya algo viejo.
Esperaba tus manos acuñando mis dedos
y un camino ya andado por todos los senderos.
Yo esperaba la tregua de una guerra sin términos
y una leve condena por errores pretéritos.
La memoria despeinando un iceberg de sueños
y la ternura cosida a las costras del pecho.
Esperaba la llegada de labios y de besos,
de caricias chorreando de vida en el regreso.
Esperaba a aquel niño de huérfanos lamentos,
que lloraba soledades en un rincón del lecho.
Yo esperaba encontrarte, sin tanto desencuentro.
Quizás, solo escribo "quizás" algunas veces nos desencontramos nosotros en la misma ansiedad.
ResponderEliminar(esperar la tregua nunca está demás)
Después de todo, todo depende de quién lo lee :)
Buen miércoles Ángela.
Bss
Quizás (y yo también escribo "quizás") seas un pequeño gran sabio con alma de poeta. El nuestro, el desencuentro con nuestro "yo" más íntimo, suele ser el que deja huellas más profundas... Lindo miércoles Char. :)
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