Hay un temblor de hojas y de labios,
de ojos cargados con la humedad de los años,
de esa humedad que a veces se nos cuela en las rendijas
y nos siembra dolor, detrás de los párpados.
Y en la memoria herida del recuerdo,
hay un temblor de nubes y de manos,
de silencios malditos ¡yo los maldigo!
porque aprendieron a gritar y ahora
por dentro me están desgarrando.
Hay un temblor aferrado al parabrisas
que ensucia la luz y me ennegrece los pasos.
Un temblor que llora en las entrañas de mi vida
por esa flor desnuda y recosida ya de espanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por llegar hasta aquí y dejarme un pedacito de ti.