Una vez…
tú dormiste en mis ojos,
abrazado a mi pecho,
en la sed de mi piel
y la noche,
generosa y extraña,
se entregó en cada labio
que en tu boca besé.
Un vez…
tú incendiaste mi sueño
y una hoguera de fuego
se despertó en mi ser
y tus manos
tatuaron senderos
y moldearon mi cuerpo
sobre tu desnudez.
Una vez…
una vez te hice mío,
sobre un mar de delirios
y sábanas de babel
y fui tuya
¡latido a latido!
¡gemido a gemido!
¡fui piel sobre tu piel!
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