Imagen de María Holguera
Como una flor de invierno
de púrpuras corolas,
que yace sobre el hielo
en las tímidas auroras,
así fuiste llegando,
entre el murmullo de las hojas,
aquel otoño inquieto
con inquietantes horas.
Así llegó tu verbo,
acariciando sombras,
melodías de versos
acunándose en tus notas,
violines en el viento
de madrugadas rotas,
tejiendo sobre el pecho
un suave mar de olas.
En tu boca la dulzura,
fue haciéndose sonido
y un vuelo de ternura
fue construyendo nidos.
Tus manos moldearon
luceros encendidos,
despojando de cordura
el tropel de mis latidos.
La noche se hizo día.
El día fue estallido
y mi carne fue caricia
en tu cuerpo estremecido.
Tembló, entre tus labios,
mi piel hecha rocío
y bebimos de esta fuente
de insaciable delirio.
Como una flor de invierno
cruzaste mi camino,
dejándome en el pecho
el aroma de los lirios.
Ha marchitado el cielo
que vio nuestro delirio
pero atesoro el verbo,
tu verbo,
latiendo en mi bolsillo.
Como una flor de invierno,
atemporal y nítido,
sustento tu recuerdo
¡aún te conservo mío!
No me da tiempo a comentar todo lo que leo tuyo; es una pena.
ResponderEliminarEste poema es una preciosidad, de principio a fin.
Un abrazo enorme.
Me regalas tu tiempo, lo cual ya es hermoso!!! Gracias Laura. Un beso grande
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