Te nombro desde la solitaria multitud
que merodea en los extremos de mi boca.
Aún eres insondable, inalcanzable
y mi sed de ti, me muestra su rebeldía en esta hora.
Te pierdes en la extensión de mis labios,
sumergido en los confines inhabitados de un beso
que se reescribe a sí mismo a cada instante
para quedarse atrapado en los hilos del deseo.
Si tú supieses del color encendido de mi voz
cuando la tarde viene a arroparme
con el cálido sabor de tu manos.
Si tu supieses de esos pétalos en flor
que se abren sobre mi carne
dejando un reguero de ternura a su paso.
Si tu supieses…
que pronuncio tu nombre
y te haces piel sobre el aliento norte de mi boca.
No preciso mapas
para navegar tu cuerpo de saliva y miel.
Te nombro…
Como un conjuro de amor y deseo, tus versos se desgranan hasta dejarnos ahí, con la miel en los labios y un nombre desconocido colgando de la lengua.
ResponderEliminarBellísima sensualidad la que rezuma tu poema.
Saludos
Bueno... es interactivo, para que cada cual le ponga el nombre que considere oportuno... :)
EliminarGracias Narci. Que tengas un precioso día!!
Un beso
Claro que no necesitas mapas, el amor en ti es una eterna brújula...
ResponderEliminarGracias por estar hoy mi querida madrileña, no sabes la alegría que me das...
Achuchones de siempre
Esos achuchones se ha quedado tatuados en el alma. Gracias a ti, Mayra. Te abrazo y te achucho!!
EliminarSin duda hay algo mágico en los nombres de los seres amados que provocan poemas enormes como este. Besos.
ResponderEliminarMil gracias por estar aquí Marcos. Un abrazo de domingo :)
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