La herida se eleva por encima del promontorio de la noche como una duna desértica de indefinibles contornos, de sombras variables, mutantes e imprecisas.
El desgaste cíclico de las horas, amenaza con dejarlas estáticas en un punto concreto de la insobornable rutina.
El vacío, rellena los espacios vacíos del vacío y la sórdida palabra, mantiene su voto de silencio, con los labios cosidos de hiel.
Siempre hace frío fuera. Aún hace frío piel adentro.
Qué terrible ese frío interior que se nos enquista y no nos abandona.
ResponderEliminarBella prosa poética.
Salduos
Así es Narci, ese, es un frío ingobernable... Gracias por estar aquí. Un abrazo y buen domingo!
EliminarEsa herida como duna desértica, y ese frío piel adentro. Potentes imágenes. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Amando. Un placer que te haya gustado. Un beso
EliminarSiempre hace frío. Un frío que hiela los huesos y devasta las entrañas. Me ha gustado mucho, comparto –contigo- muchos sentimientos.
ResponderEliminarBuen trabajo, escritora. Bss, Ann@
PD. Te llevo a mi muro y te invito a mi blog. Gracias
Gracias por tus hermosas palabras Anna. Un placer que estés aquí y claro que pasaré a "conocerte".
EliminarUn abrazo