Son presencias que desgarran la mirada.
Niños rotos con estigmas en la espalda.
Se desloman contra el suelo
al usurpar el basurero
y se sientan a la mesa con las ratas.
En sus ojos no se encienden luminarias.
A sus ojos no ha llegado la esperanza.
Son los niños de la calle
con harapos como traje
y unos huesos que sustentan su coraza.
Ellos viven masticando soledades.
Caminando sin sonrisa por los parques.
En sus noches no hay tejados,
solo cielos estrellados
que se cuelan a través de los cartones.
Ellos viven por detrás de las farolas.
Bajo el puente que tú ves desde tu casa.
En el asfalto que tu pisas,
ellos levantan su cama
y hacen sábanas de piedra
de papel y de miseria
mientras duermen abrazados a la nada.
Muchos pasan y los miran con desgana.
Los políticos los obvian, los ignoran y se apartan
no es rentable el invertir sobre fantasmas.
Así viven, así mueren.
Son los niños de la calle.
Son el fruto de esta sociedad sin alma.
Tus versos me dolieron y me encantaron a partes iguales.
ResponderEliminar¡ Qué mal hemos construido el mundo!
Un abrazo.
Una realidad hecha poesía!
ResponderEliminarUn gusto pasar a leerte.
Abrazos.