En un tiempo muy lejano…
cuando aún tus ojos eran míos,
cuando aún tu boca me nombraba,
cuando aún tus labios eran tibios
en el tibio despertar de la mañana,
las horas se quedaban detenidas,
reposando de dulzura en tu mirada
y el viento se aquietaba hasta ser brisa,
deslizándose en el hueco de mi espalda.
Las noches se enredaban con los días,
los días se mecían con el alba
y el alba despuntaba entre caricias,
que aprendían a amarse
hasta ver nacer la madrugada.
Tu nombre era vocal redonda y clara,
mi nombre, consonante enamorada
y juntos proclamábamos silencios,
el hermoso silencio de una única palabra.
En un tiempo muy lejano, muy lejano,
cuando aún salía el sol en tu mirada
fuimos todo, fuimos tanto ¡fuimos tanto!
que no entiendo que pasó…
se nos llenaron de vacíos las palabras
y nos estalló de invierno el corazón
y un frío helado se nos clavó en el alma.
Un tiempo muy lejano, muy lejano…
del que ahora queda ¡apenas nada!
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