Como una luz herida
de ocasos sin mañanas,
de lunas que se mueren
en el cristal de la ventana,
de ramas que marchitan
entre tumbas de hojas blancas,
así se queda a veces
mi voz entre las albas.
Se queda cual susurro
de silenciosa cara,
con lágrimas dormidas
adornando la garganta.
Se queda en el desvelo
en la mirada sesgada,
en la tristeza del viento,
en esa eterna nostalgia.
Mi voz se queda quieta,
cual inmenso mar en calma
esperando la tormenta
que siempre la reclama.
Se queda anochecida,
bebiendo de la nada,
absorta en la memoria
que encarcela las palabras.
Y quiere rebelarse,
gritar que está cansada
de morir entre los labios,
morir sin decir nada,
morir sin ser oída,
sin ser ya recordada,
morir en la desidia
de esos vacíos que hablan.
Y quiere sublevarse,
ser lanza en la batalla,
quiere sentirse erguida,
navegar en aguas claras
desnudarse sin heridas
entre verbos y palabras,
pronunciarse y ser consigna
¡una luz de hermosas alas!
Pero a veces… a veces se me queda,
silenciosa, derrotada,
un viejo trapo de tela,
que no sirve para nada.
Se queda quieta en la boca,
se queda quieta en el alma,
sabiendo que ya no importa,
no te importa… lo que mi voz te reclama.
Realmente hermoso.
ResponderEliminarMadre mía Ángela...que no se aquiete tu voz, al menos deja un resabio para que se transforme en el eco de tus letras.
ResponderEliminarPrecioso, muy lindo.
Buen jueves.
Bss
Triste,hermoso, irrefutable.
ResponderEliminarCariños!
=) HUMO