Hoy de nuevo, la lluvia se ha hecho presa de mis ojos al
pensarte. Hoy de nuevo no pude evitar llorarte. He sentido como se me arrugaba
el alma hasta hacerse pequeñita y quedar hecha jirones en un rincón de mi
misma. He pintado de líquida tristeza
las paredes donde encerré tu ausencia, tus mentiras, tus idas y venidas, tus
puñales clavados sin piedad en mi entraña partida.
Hoy, por un instante, he vuelto a sentirme vencida. Nunca
comprendí el por qué… por qué te marchaste con la mochila vacía de sueños, de
puentes y de sonrisas. Por qué construiste catedrales de rabia contenida. Por
qué te olvidaste de ti… de mi… de todo aquello que alguna vez vio la luz de tu
sonrisa. Tú que fuiste mi luz, la
arquitectura de mi vida, tú, que nunca dejaste de ser aquella niña…
Tuve que aprender a masticar las costras de mis heridas.
Aprender a contener los huracanes, los vendavales de dolor, clavados entre mis
manos vacías. Aprender a quererte en el miedo de la muerte, en el silencio de
la vida cuando esta se retuerce y se enreda en una corona de espinas…
Hoy de nuevo se han abierto los candados del baúl donde tu
habitas. Ese lugar hermético, inhóspito y cerrado donde te guardé aquel día…para no
pensarte, para no llorarte, para no gritar con la garganta vacía… para poder
seguir viviendo sin vivirte, sin saberte viva entre mis días. Para poder alzar
la vista, mirar al frente y romper esas cadenas que me hundían…
Pero hoy…durante un instante, durante apenas un instante que
se me ha llenado de tiempo… hoy, por unos momentos, he necesitado dejarme
vencer, dejarme caer en este llanto
silencioso que me nace y me muere sempiterno.. que me nace y me mata de a poco,
aquí, de piel para dentro…
Ufff! me voy sobrecogido ante tanta tristeza, buen texto, más bien poesía.
ResponderEliminarBeso
Ay, madrileña querida, amiga mía, mi siempre amiga, lugarcito que ocupas en ese lugar del pecho que es tuyo por siempre, madrileña de letras, madrileña coraje, mujer de alzar el vuelo, no aceptar la derrota, hoy, date un momento, permítete ese llanto, mañana es otro día, la vida sigue...
ResponderEliminarMi abrazo de siempre, como siempre, en achuchones del alma.
Tremendo, altamente desolador, gris y doliente. Se me entristecieron hasta los ojos de leerlo. Muchos abrazos.
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