Te conocí. Te sentí.
Te amé…
Te conocí en el espacio ausente de las letras,
donde todo es etéreo cual sueño o quimera.
Donde el sol no se pone hasta que no te lo inventas
y las nubes son charquitos donde nadan las estrellas.
Un suave remolino de insignes mariposas
me alzaban cada noche con sus alas de papel.
Lucían tus poemas cual luciérnagas hermosas
salpicando de ternura cada pliegue de mi piel.
Te sentí en cada palabra. En el eco de tus versos
que latían alocados en la punta de un pincel.
Dibujaron arco iris cabalgando entre mis labios,
acercándose despacio para hacerme enloquecer.
Sentí tu voz profunda. Tus ojos, tus aromas,
el dulce olor a tierra que llegaba hasta mi ser.
Miraba en tus pupilas, besaba con tu boca,
bebía de tu esencia hasta el amanecer.
Nadaba en las orillas, ardientes de tu cuerpo.
Lamía tus caricias ¡Quise morir sobre tu piel!
Amé tus manos bellas. Amé todas tus letras.
¡Amé cada segundo del reloj en la pared!
Ahora que te has ido la realidad me pesa,
las mariposas lloran mojando mi papel.
Las nubes solo llueven. El viento no me besa
y yo aún quiero morirme…
¡¡ Aún quiero morir sobre tu piel!!
Una hermosa remembranza de un amor que estremece.
ResponderEliminarSaludos.