Buscaba la noche tus ojos morenos,
buscaba tus labios, buscaba tu pelo
una cascada negra de trigo en el viento
y en tu boca abierta ¡buscaba tu beso!
Buscaba el sendero oculto en tu cuello
la lluvia de manos mojando tu pecho,
buscaba el camino del latido incierto,
la suave hendidura de tu ombligo inquieto.
La noche buscaba la sed de tu cuerpo,
la tinta escondida en el blanco lienzo,
buscaba tu carne prendida de fuego
para hacerse hoguera ¡y arder en tu lecho!
La noche quería sentir tus jadeos,
tu boca encendida, el gemir de tus dedos,
tu esencia prohibida, el olor de tu sexo,
quería sentirte ¡sentirte muy dentro!
Te arrastró a la sombra de sus ojos negros,
de su lengua fértil te hizo esclavo y dueño.
Se bebió tus ganas, se rompió en tu aliento
y después de cegarte, te cubrió de velos…
Ahora que la has visto, que la has sentido dentro,
persigues las sombras púrpuras de su aliento,
se adentran tus horas buscando ese lecho
donde ayer te hizo suyo ¡rompiéndose en tu aliento!
Pero ella se ha ido, muy lejos ¡tan lejos!
y se ha llevado consigo esos ojos tan negros,
no quiere enamorarse, no quiere tener dueño,
prefiere que la sueñes y ser en tu mente… un bello recuerdo.
El recuerdo...el único entre miles, el más hermoso, el recuerdo eterno.
ResponderEliminarUn placer como siempre leerte Ángela.
Te dejo un beso y deseo de domingo con mucha paz.
Feliz Pascua