Llévame. Llévame hasta la luz.
Estoy atrapada en esta oscuridad hostil de mi memoria. Atrapada en la cárcel azul de mis ojos de mar que aún lloran…aún lloran por ese nosotros que nunca fue, que ya no será… porque nada es cuando no se cree…cuando no se cree, nada puede ser. Nada. Cuando la niebla y el humo cubren los senderos y no hay camino de vuelta para la herida del pecho. Nada. Cuando en las tripas se hace el silencio y no llora el llanto y no nace el beso y no alcanza la mirada a preñar ya de sueños el cristal de la ventana y la pupila contiene apenas una lágrima deshojada…nada.
Pero aún así, me atrapa la sin razón de sentir cómo si aún se extendiese una mano amputada o un hormigueo corriese por esa pierna que fue, pero que ya no es … la sin razón de sentir, que el verbo que ayer enterré aún recorre los pasillos de mi alma…
Estoy atrapada en medio del viento que llena mis vacíos de recuerdos, recuerdos vivos, recuerdos muertos, recuerdos llenos de nostalgia de lo que fue y de lo que pudo ser mientras ruge la tormenta y se abre la tierra mojada bajo mis pies descalzos con sus pequeños pasos inciertos …
Llévame. Llévame hasta la luz.
Que estoy cansada de ser sombra en el reflejo nocturno de las horas. Cansada de desandar el tiempo al borde del abismo, de tener que rescatarme a cada rato del secuestro voluntario en el que habito. Cansada de vivir en el regazo de la duda bordeando la escasa línea que separa la locura y la cordura… Cansada de avanzar en el vacío y sentir como el vacío avanza de nuevo en mí y me recorre, recorre las aristas de mi alma y me atrapa… me atrapa de nuevo entre sus garras.
Llévame. Llévame hasta la luz o al menos déjame que la mire… déjame que la mire un instante, desde esta nube lejana donde trepo cada día para poder encontrarme. Hazme saber que sigue ahí esa mujer… que aún vive en mí y quiere latir, quiere salir y ver al sol besando el cielo en la mañana. Esa mujer…que aún quiere ser espuma y mar, fuego y volcán, quiere soñar que aún puede ser.. que aún puede ver… como lloran de ternura sus mañanas.
Llévame hasta la luz… y ayúdame a pintar de colores nuevos, los muros que levanté en el alma.
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