Como una colcha verde de nostalgia
posada sobre el lecho de los ríos,
así se van quedando en mis sandalias
las huellas imborrables del camino.
Y aprendo que es extensa la memoria
y aprendo que es escasa la mochila.
Para llevar a cuestas tanta historia,
debemos aprender a ser llovizna.
A veces necesito vaciarme,
despojarme de la costra y sus heridas,
volver la vista atrás y reencontrarme
con las sombras que quedaron escondidas.
A veces necesito perdonarme,
saber que tuve el alma descosida,
que tuve que aprender a levantarme
sabiendo que mis sueños se morían.
Y a veces necesito perdonarte,
saber que tú también eras herida,
que andaste como un ciego y tropezaste
una y otra vez, con las manos dolidas.
Y quiero vaciarme en esta tarde,
dejar que mi memoria sea llovizna,
limpiar esta tristeza que me invade
y encontrar la calma en una simple sonrisa.
Y quiero que se quede lo importante,
las huellas imborrables de mi vida,
el resto que se empape ¡que se empape!
y quede anclado al otro lado de mis días.
Y es que a veces se me hace necesario,
saber que aún quedan alas en mi vida,
saber que un nuevo sol me está esperando
para iluminar el cielo con nuevas caricias.
Y es que a veces se me hace necesario
reinventarme en el espejo que me mira,
saber que puedo ser abecedario
y reescribirme por completo cada día…
Que bueno saber que eso se necesita...deja saber que estás viva.
ResponderEliminarSaludos
es tan bueno reescribirse cada dia y corregir los errores anteriores..lindo poema bss
ResponderEliminarHermoso poema, intenso...aunque sereno...es bueno y necesario alimentar a un nuevo ser que se alce cada dia en busca de un estrenado cielo. Un abrazo.
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