Ábreme la puerta.
Déjame abrazarte.
Deja que la lluvia de mis ojos
limpie la tristeza de la tarde.
Deja que sea faro entre la niebla,
deja que te acune entre mis mares
Déjame que encienda alguna estrella
para colorear las sombras que te invaden.
Ábreme la puerta.
Déjame nombrarte.
Deja que mi boca sea la herida
donde sangre el dolor que ha de curarte.
Deja que sea noche estremecida
caminando silencios errantes.
Deja que mis pasos sean guarida,
donde tu cuerpo callado descanse.
Ábreme la puerta.
Solo quiero amarte…
Ya… no tengas miedo…no.
Voy a navegarte.
Cubriré tus labios de pétalos blancos,
sembraré de mieles tu dulce semblante,
le robaré a la luna su nido de albatros
y en medio del cielo empezaré a besarte.
Sonrojaré a la brisa con tierno descaro,
despojaré tu cuerpo de todo ropaje,
tu beso y mi beso buscarán ocasos
y en medio del viento se fundirá la tarde.
Serás en mis manos pasión encendida,
temblará la tierra sobre nuestra carne,
seremos dos náufragos en un mar de vida
que aprenden a amarse ¡que aprenden a amarse!
Ábreme la puerta… dame tu sonrisa,
ya no tengas miedo… no,
ven… que quiero entregarte
el resto de mi vida.
Quien podría negarse a abrir esa puerta. Cuanto sentimiento en esos versos Ángela.
ResponderEliminarSaludos
Ängela:
ResponderEliminarSólo he leido este poema, me ha impactado la escencia, el ritmo, la rima y la musicalidad... Te felicito muchacha. He tardado en encontrarte pero aqui estoy, te entrego mi admiración, eres notable.
Si permites te seguiré y te invito
a ver mis dos blog de poesías, serás bienvenida a mi casa y verás porque te felicito y me felicito el haberte encontrado.
Un abrazo
Federico