He llegado hasta aquí,
con las manos vacías de mi.
Con primaveras marchitas
musitando entre la orilla
donde un naufragio de iras
mató nuestro último abril.
He llegado adormecida,
cansada y herida,
con las manos vacías…
¡vacías de mi!
Me perdí en el mutismo,
en la sórdida mentira,
en la espera sempiterna
de volver a verte en ti…
Me perdí en tres mil excusas,
por viajar a la deriva
entre vagones sin vida,
fantasmas ¡es lo que vi!
Exiliada de mi misma,
caminé hasta la locura
y ahora vengo a despojarme…
a desnudarme de ti.
Dejaré mi piel herida,
en un cajón de la mesilla
y mi alma hecha jirones,
volveré a reconstruir.
Guardaré los calendarios,
con sus horas y sus años
y buscaré entre las ruinas
para hallar lo que perdí.
He llegado hasta aquí,
con las manos vacías de mi…
y no hay mayor locura
que vivir en la cordura
de no ser… ¡no ser en mí!
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Gracias por llegar hasta aquí y dejarme un pedacito de ti.