Déjame decirte, déjame contarte, que la noche llega y me invita a nombrarte. Me trae los aromas de tus manos tibias, sembrando mi aire de dulces caricias.
Déjame contarte, déjame decirte que encuentro ternura entre todos los grises, en las ramas blancas que de otoño visten y susurran canciones entre sus violines.
Déjame contarte que duermo en las flores, entre las praderas de tu piel de hombre. Me acuno en las sombras de tu boca tierna y en tu voz nocturna levanto quimeras.
Déjame decirte que llueven miradas y una selva de labios se llena de escarcha mientras las estrellas arropan semblantes y tejen sin hilos las ganas de amarte.
Déjame contarte, déjame decirte que mi silencio es cómplice de tus horas grises. Él sabe escuchar todo lo que callas y sabe escribir lo que no me dices. Él sabe escuchar el sonido de tu alma y puede escribir tus lágrimas tristes.
Déjame decirte que eres importante en todas las nubes que abrazan la tarde. Que eres necesario en cada paisaje que mi vida pinta solo con nombrarte.
Déjame contarte que te estoy amando en cada pedazo de vida que late. Déjame decirte que estás a mi lado y tengo en el alma ¡un nido de estrellas que quiero entregarte!
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