Recuérdame
con la mirada florecida de ternura,
con la caricia estremecida
estallando en el deseo de tu piel desnuda.
Recuérdame,
con la cabeza levantada por ser tuya,
por ser la mano de tus noches más oscuras
y ser el alba en tus certezas y en tus dudas.
Recuérdame
acunando a nuestros hijos en mi pecho,
siendo la amante en el delirio de tu lecho,
siendo la amiga en el cobijo de tus miedos.
Recuérdame
en el atardecer de tu vida,
en los pasos cansados caminando entre tus días,
con una mirada dulce acariciando tu sonrisa…
Recuérdame bella.
¡Recuérdame!
con la desnudez al aire, apasionada e inquieta,
salpicando de espuma el azul de las estrellas
donde el amor respira, dónde el amor se queda.
¡Recuérdame!
Recuérdame mientras me olvidas,
mientras te marchas y cierras la puerta
y apagas el tiempo que se queda aquí,
detenido y solo, bordeando mi tristeza.