Dime
¿qué hago con esta insomne saliva que te sabe, que conoce cada herida de tu boca, su tacto húmedo y suave, su hambre deliciosamente insaciable?
Dime
¿qué hago con estas ganas irrefrenables de besarte, de morder tus labios, de recorrer tu lengua como lluvia que empapa y atraviesa los recodos de la tarde?
Dime
¿qué hago con estas horas descolgadas del aire en las que mi piel te reclama y deletrea tu nombre en el silencioso fuego que jadea sin aliento sobre mi carne?
Dime…
Tremendo.
ResponderEliminarMuy potente y real... Sin extensiones innecesarias, logras transmitir la emoción o el sentimiento que late cada vez más fuerte, sin encontrar el pronto desahogo...
El primer párrafo muestra enseguida la enorme necesidad; es puro fuego abrasador y demandante...
Te felicito.
ABRAZOS, ÁNGELA.
Que tengas una dulce jornada.
Mil gracias Maritza. Siempre es hermoso volver a encontrarte. Un fuerte abrazo
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