Tal vez nunca sepas
que detuve el tiempo,
en esa dulce caricia
que bordeaba tus dedos,
que rompiste los moldes
de mi bolsillo izquierdo
y que me abracé a la noche
para poder ser silencio.
Tal vez todo quede,
detrás del espejo
donde he navegado
el sudor de tu cuerpo
y he sido rocío
en la piel de tu lecho,
¡deseo encendido!
bebiendo tus besos.
No sabrás que tuve
tu boca en mis dedos
y fui descosiendo
tu piel en mi cuerpo,
se sonrojó la luna
asomada a mi pelo
mientras los violines
besaban el viento.
Y tal vez nunca sepas
que soñé que era cierto,
que tú voz se acercaba
y se acercaba tu aliento.
Que sentí que podía
trepar hasta el cielo
por ver tu sonrisa
dibujando momentos.
Y rocé los pinceles
de un hermoso lienzo,
me inventé dos colores
que fuesen solo nuestros
y bailé la ternura
enredada en tu cuello
y te hice mío con furia
¡con pasión y deseo!
Y aunque nunca lo diga
más alla del espejo
y me abrace a la noche
consumida en el silencio
lo cierto es que detuve…
¡yo detuve mi tiempo!
cuando tus ojos de otoño
¡me acariciaron por dentro!
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