Me escapé de mí.
Una tarde oscura de un oscuro abril.
Dejé media vida
y medio vacía de piel para dentro,
decidí partir.
Primero los ojos se fueron marchando
dibujando soles en extraños páramos,
después la mirada se fue demacrando
entre colores malvas, azules y blancos.
La sangre mordía vacíos callados
pintando nostalgias de sueños robados
y un atril de huesos iba sujetando
mi cuerpo quebrado,
sin pies y sin manos,
sin lunas brillando detrás del tejado,
sin noches gloriosas en mitad del espanto.
sin tiempo en la boca, sin voz en los labios.
Me escapé de mí.
Una tarde oscura de un oscuro abril.
Y rompí los cristales hincados al llanto,
desclavé la tristeza adherida al costado,
¡y grité! ¡y grité!
le grité a la vida
¡¡por qué me has matado!!
Ahora escucho el río rozando mis párpados
y bebo las flores con sus tiernos pétalos,
me visto de loca con su traje blanco
camisa de versos y voz de naufragios.
Ahora no camino, brinco, corro y salto
con pasos pequeños de gnomos y enanos,
Aún no estoy completa, aún me voy buscando,
pero no estoy muerta
aunque hubo un tiempo en el que la vida…
¡me estuvo matando!
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