A veces, se me cuela la noche
en las rendijas del alma,
con la oscuridad, vencida
ante la cruenta batalla.
Se cansa la mirada, se cansa
de buscar nuevos brillos,
se cansa la palabra, se apaga,
al recorrer los caminos.
Los pilares de la entraña tiritan
se quiebran, se desgastan
y en mis manos abiertas, heridas,
las llagas se desangran.
Las dudas despedazadas,
se atropellan en la retina,
se desvelan en mi almohada,
¡no entiendo, no entiendo!
se anochecen mis días,
y siento que de a poco, muero.
¿Soy yo la que he fallado?
¿Acaso no supe abrazar tus miedos?
¿no supe sembrar las semillas
que iluminasen de amor
esos, tus ojos tan bellos?
No, yo sé que no es cierto.
Sé que es un circo sin carpa,
sin cobijo ni sendero,
vanas suenan tus palabras,
vestidas de velos ciegos
y en tu juventud te abrazas
a tu ombligo, a tus deseos.
La tierra ruge y se rompe
en una tormenta incierta,
la madre, cose jirones,
mientras callada, te espera,
y a pesar de que las dudas
se disipan con la niebla,
algunas noches de luna,
la madre llora, lágrimas negras.
Y cuando esas lágrimas corren manchando las blancas mejillas de la madre tierra ésta clama pidiendo a los cielos el por qué de ese injusto y despiadado trato por parte de sus hijos....Mi querida compi creo que la interpretación que acabo de darle a tu poema no es la más adecuada, lo acabo de poner como un grito a favor de la ecología y el respeto del ser humano hacía su tan maltratada madre tierra, he intentado darle una lectura totalmente diferente a la que a brote pronto se percibe...
ResponderEliminarUn beso Ángela.
Aysssssssssssssssssss, Dios mío, tan hermosas letras, me quedo sin palabras.
ResponderEliminarBesos de mi alma, madrileña