Pequeña Sofia, mi estrella,
¿acaso te imaginas la luz que a tu paso dejas?
Has llegado de la mano de los sueños
y en tus ojos se aposenta un mar inmenso,
con destellos que me salpican traviesos,
con mil parpadeos me sonríes en silencio.
¡Es tan tierna la sonrisa que regalas!
¡Es tan dulce ver tus pasos en volanda!
Correteas y te escondes,
Te ríes por los rincones
Sin apenas tú saberlo,
cuando alzas tus ojos al cielo
mis brazos te cogen al vuelo,
para llevarte conmigo, en mi pecho,
donde siempre lates, porque allí te encuentro.
Tu padre te mira risueño,
meciendo las aguas ondulando en tus cabellos,
y te acuna tiernamente entre sus besos
sintiendo su vida, correr entre tus dedos.
Tu madre es la entraña y el seno,
La luz que te alumbra y tú, su sendero
y juntas sembráis de semillas
la noche y el día, la tierra y el viento,
la vida….
Mi vida, se hace más hermosa
porque tú estás dentro.
Sabes Ángela?, es increible como esas pequeñas personillas en edad pero a la vez gigantes en amor, llegan a nuestras vidas un buen día y al instante es como si siempre hubiesen sido una parte importantísima de nuestro corazón, esa es la grandeza de nuestra gente.....
ResponderEliminarDos besos, uno para ti y otro para Sofía.
Qué maravilla amiga querida, es tan hermoso leer el amor desbordado de una madre, ante la alegría infinita, esa ternura enorme que nos envuelve al mirar a nuestros hijos.
ResponderEliminarHace años yo contemplaba a mis tres hijos, y les escribí un poema, leerte a ti, es como sentirlo en mi piel y recordar esos momentos que tanto nos alimentan el alma.
Un besote, madrileña mía.