A veces, la mente navega
sumerge, hunde y doblega,
dejas de ser la que eras,
y sientes como unos hilos
que al moverse te manejan.
La bruma impregna la senda
de páramos oscurecidos,
se espesa la blanca niebla
y en la mente, nace un grito.
Te revelas, te revuelves,
pataleas retorcido,
no quieres seguir colgado
mientras avanza el delirio.
Pero la calma no llega,
no hay puerto para el arribo,
no hay luces en la espesura,
ni manto que cubra el frío.
A veces la mente juega,
a inventarse laberintos
que derrocan la cordura
rompiéndote los caminos.
Los muros se hacen murallas,
de inquietante recorrido,
los pasos hunden sus huellas,
en arenas del olvido.
Tus manos sangran de vida,
entre tus dedos marchitos
y envuelves melancolías
que bailan en los latidos.
A veces, la mente juega
a la ruleta contigo.
Rueda el tambor, una bala,
mas siete espacios vacíos,
si al disparar no te mata,
es que debes seguir vivo.
La vida es una ruleta, pero
¿Es del azar el destino?
¿Somos nuestras circunstancias
recorriendo un laberinto?
¿Somos nosotros los hilos,
los pasos y los caminos?
A veces, la mente juega,
escondida entre delirios
y por un instante siento
que la niebla, me ha vencido.
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