Sé que nada será igual,
tras mirarme en tu mirada,
después de volar contigo
hasta el límite del alba.
Después de rozar tus muslos
con el umbral de mi espalda
y hallar en tu piel un mundo
de caricias entornadas.
Después de besar tu beso,
después de morder tu boca,
de aullarle a la noche en celo,
mientras la luna nos ronda.
Sé que ya, todo es distinto,
tras ser la luz de tus sombras,
después de trazar destinos,
en tus labios,
con mis vocales redondas.
Después de sentirte mío,
en este tiempo sin horas,
de entregarme a este delirio
de ser tuya,
en el vaivén de las olas.
Sé que nada será igual,
sé que ya, todo es distinto.
Voy desnuda caminando
por las aguas de tus ríos,
sin una piel que me vista
¡salvo tu cuerpo encendido!
¡salvo tu dulce caricia!
¡solo tú voz, tu gemido!
Voy con el alma al aire bordeando tus abismos,
dibujándote en mis manos, habitando en tus latidos.
Voy con el pecho abierto y un susurro anochecido
que escribe tu nombre en el viento,
cómplice de este amor, que me arrebata el sentido.
Aqui estoy, vengo a buscar tu poema de cada dia!
ResponderEliminarQue sagrado cuando dos pieles se entregan, se aman, se corresponden, el mundo empieza y termina en ellos. Y es cierto, todo es distinto luego.
Un abrazo amiga.
Mi linda María, ya sabes cuanto me gusta encontrarte, siempre me aportas algo distinto con tus palabras. Te dejo un abrazo enorme.
ResponderEliminarY es que después de sentir el amor, nada puede ser igual. Como nos engrandece y nos arropa el alma el aroma de la persona amada, verdad?
ResponderEliminarUn abrazo.