Desaparezco, en la lejanía de tu silencio
resbalando lentamente en la garganta del olvido,
tragada por seísmos de incontenible desvelo,
aún tan llenos de ti, de mi, de nuestro ruido.
Desaparezco como existí. Levemente.
Apenas siendo sin ser. Sin ser apenas.
Dando vueltas sobre un eje
inamovible de traslúcida tristeza.
Si pudiese elegir, elegiría no borrarme.
Elegiría ser ala en el vuelo del aire
y mecer tus cabellos al caer la tarde
inclinando mis labios para besarte.
Si pudiese elegir, elegiría emborracharme
del aroma de la tierra, de tus ojos al mirarme,
de la cómplice caricia que se acerca susurrante,
conjugándome en tu verbo,
deslizándome en tu boca, delirante.
Si pudiese elegir, elegiría volver a amarte
y de piel para dentro, aprender a desnudarte,
a desnudarme, deshojando los miedos,
derribando los muros de dolor
que afanosamente, hemos ido construyendo.
Pero desaparezco. Breve, escueta, olvidable.
Desdibujada en la memoria de tu ayer,
traspapelada en un andén intransitable,
habitando entre sombras sin rostros,
heridas que sangran en la piel de nadie.
Si pudiésemos elegir, la vida sería totalemente diferente. Pero no desapareces, Ángela: apareces levemente, habitando la poesía.
ResponderEliminarUn abrazo
deaparece la mirada, deparece el suspiro, pero presto queda inserto en tus letras hermosas
ResponderEliminarun abrazo
Verónica
Preciosas palabras en la que nos muestras tu levedad.
ResponderEliminarAngela, bellos poemas y bello lugar, gracias por darme la oportunidad de conocerte. Yo también te sigo.
ResponderEliminarBesos.
Mi querida madrileña, bellísimas letras, bellísima tu declamación, pero, nunca, nunca desapareces, porque vas en cada corazón que te ha conocido y en la piel del que te ha amado, porque eres, amor y luz.
ResponderEliminarMi amiga.
Besos,
Mayra