Suenan las sirenas

Suenan las sirenas a lo lejos.

Centellean con sus luces de colores

que contrastan con la vida en blanco y negro

polvo blanco, que pinta la vida de negro.

¿Quién será esta vez?

¿Será acaso aquella tierna muchacha de ojos bellos,

castaños, como el atardecer de un cerezo?

¿O será aquel pequeño que correteaba por el parque

 atropellando mil sonrisas entre sus juegos?

¿Quién será esta vez la víctima del camello?

Los buscan en los colegios, aún niños, aún tiernos

arrancando la inocencia de sus dedos,

arrastrando hasta sus venas el veneno,

que les quema como un fuego lento, eterno.

¿Quién será esta vez?

¿Será el mío, será el tuyo?

¿No vemos acaso, que es nuestro?

Siempre es nuestro.

Detrás de las cortinas quedan,

una madre que aprende a morir latiendo,

a latir con un corazón desangrado

fuera del pecho.

Una hermana, un hermano,

un amigo, un padre desolado

que mastica fracaso,

que se rompe por dentro,

al pensar, al sentir,

que no supo serlo.

Siempre queda el recuerdo maltrecho,

el sinsabor amargo de un adiós callado,

mientras las sirenas centellean a lo lejos,

entre llantos que claman y se apagan derrotados.

¡Asesinos de sueños! ¿Será el tuyo? ¿Será el mío?

¿Acaso no ves que siempre es nuestro?

Mientras busquemos la paja que hiere

en el ojo ajeno y sigamos ciegos,

con los brazos cruzados bajo el perchero.

Mientras callemos, sin romper las cadenas

de su alimento porque el miedo atenaza

y rompe los huesos…

mientras sigamos sintiendo que queda lejos..

nuestros pequeños, aún niños, seguirán muriendo,

ese que no es tuyo, que no es mío,

pero que siempre es nuestro,

cuando las sirenas suenan a lo lejos.