Esperaría. Esperaría una vida,
para volver a encontrarte.
Para poder escuchar
el susurro de tus labios al nombrarme,
para inventar mil caricias,
mil maneras distintas de amarte.
Esperaría por ti, esperaría,
para volver a entregarte
esta ternura vencida,
que me brota en el alma solo por recordarte,
que ilumina mis días
y acompaña mis pasos cuando se inclina la tarde.
Esperaría una vida, esperaría.
Para ser piel en tu boca
cuando se adormece el día
mientras tus labios me roban
el aliento, la cordura ¡el flujo de la vida!
y derrocan mi cuerpo, cóncavo y convexo,
en tu pasión prendida
deshojando el deseo, la humedad del beso,
despacio, lentamente, sin prisa,
exaltando cada palmo de mi ser
¡hasta sentir como se funden tu desnudez y la mía!
Esperaría por ti, esperaría.
Volvería a engendrar en mi pecho
el hermoso latido de una vida,
milimétricamente tuyo, mío, nuestro
en el embrujo de sentir como palpita.
Esperaría. Por volver a amarte así.
Esperaría.
Por contemplar en tus ojos
cada mirada mía,
por ver temblar en tu rostro
cada caricia,
por ser tuya nuevamente,
esperaría
lo que dura una vida y más
¡esperaría!
Aunque la espera se hace larga y dura por esos sentimientos y todas esas caricias de las que hablas realmente merece la pena esperar...
ResponderEliminarComo siempre precioso...
Besos,Vega Pasión.
Saber esperar es todo un arte y una sabiduría. Y su fruto es el mejor de los premios. Aunque, eso sí, me estoy refiriendo a la espera activa. El amor sabe mucho de eso.
ResponderEliminarUn abrazo