Se me hace extraño escribirte para decirte, para contarte al tiempo que escribo para decirme y para contarme. En realidad escribo para mí mientras pienso en ti. Esta es una de esas cartas que no envío. Es una de esas cartas que tú no quieres leer. No quieres saber que mi dolor, duele y que tú formas parte de él. De ese dolor que cobra vida y se apodera de los sentidos. Se cuela en los rincones más recónditos de mi y zarandea los pilares de la entraña. No. Tú no quieres saber… no quieres saberte y cuando apenas empiezas a percibirte, retrocedes, porque a pesar de que una parte de ti se rebela, aún predominas. Tú. Con esa imponente y cruel mirada de niña desprotegida. Pero ya no eres una niña, a pesar de tu insistencia en no querer crecer. En no querer asumir la responsabilidad de tus actos, de tus palabras, de tu manera de enfrentarte a las distintas situaciones que se te plantean día a día.
Todos podemos elegir y elegimos. Priorizamos según nuestras necesidades en función de nuestras opciones. Y asumimos las consecuencias. Y erramos…mil veces erramos. Pero en eso consiste… es un aprendizaje que debe comenzar desde el conocimiento y la aceptación de nuestro “yo” más íntimo. Es una búsqueda continua del equilibrio entre lo que somos y lo que queremos ser. Debemos aprender a construir. Aprender a construirnos a nosotros mismos y en ocasiones hay que recomenzar desde los escombros.
Si eliges quedarte anclada esperando que sea el resto del mundo el que construya tus sueños, el que se adapte a tus necesidades… un día despertarás y te preguntarás ¿qué carajo he hecho con mi vida? Y solo tú podrás responderte… porque al final, ese “yo”, es el único compañero de vida que estará a nuestro lado hasta el último paso del camino.
Como siempre os digo... no olvidéis sonreír.
Aunque nos cueste asumirlo algun dia tenemos que crecer y tenemos que abrir los ojos a la relaidad de la vida solo asi seremos nosotros mismos y aunque sea tarde en algun momento lo haremos...
ResponderEliminarUn saludo,Vega Pasión.
Quizá me confundo, pero me parece esta una carta de madre a hija, muy acertada por cierto, al dejar que elija su propio camino.
ResponderEliminarUn abrazo
Amiga mía, es un sarandear, concientizar, crecer, hacer, llorar y sonreir, y saber que estamos aquí donde queremos o admitimos estar, sintiendo lo que queremos sentir, aunque sepamos que el dolor, duele, pero nos crece...ahora escucho tu voz, cuando me dices...TE ME CUIDAS, recuerdas????, aquél día que me dijiste, quiero me prometas algo, que te mires en el espejo y te quieras...
ResponderEliminarTe prometí y cumplo, es cierto que lloro y mucho, pero tambien, sonrío...
Un beso enorme mi querida madrileña, de esta cubanita que a veces tiene miedo, seguir creciendo en este incipiento otoño.